jueves, 29 de octubre de 2009

Para llorar se necesita que el cerebro reciba un estimulo del exterior, proceso que se da desde el interior hacia el exterior a través del conducto lacrimal dando como resultado una sustancia liquida, salina y transparente, conocida con el nombre de lagrima, la cual se desliza por el globo ocular hacia las mejillas o los pómulos de la cara a una velocidad imprecisa, pues esto depende de lo fuerte que haya sido el estimulo recibido.

Para tener un buen día es necesario haber descansado bien la noche anterior, amanecer con una sonrisa de oreja a oreja, elevar una oración a DIOS dándole gracias por este nuevo día, levantarse con el pie derecho, darse un baño con agua fría para terminar de despertar, aplicarse desodorante, polvos para pies y loción, vestirse cómodamente, mirarse al espejo, decir unas palabras de optimismo y por supuesto tomar un desayuno balanceado y nutritivo. Finalmente salir de casa, sin olvidar un vistazo a su agenda de compromisos.

Para creer en Dios es necesario mirar el cielo azul, pero si esta gris no hay motivo para sentirse mal, de todas maneras es una creación del Señor. Mirar al hermano que esta a su lado y ver los actos nobles y hermosos que tiene ese ser hace creer que Dios también habita en él. Leer y escuchar su palabra hace sentir su presencia, la cual fortalece el alma y llena de alegría el espíritu.

Para ser un buen estudiante se necesita disciplina, ser creativo, autónomo, responsable, ser comprometido, tener buena disposición para trasnochar y madrugar y siempre estar con una actitud positiva frente al conocimiento. Es necesario ser un buen lector, escritor, consultor e investigador. Además saber trabajar en equipo y reírse de sus propios errores, aprender de ellos y levantarse con fortaleza frente a las dificultades y adversidades.

1 comentario:

  1. Muy buenas las descripciones realizadas, cortas pero sustanciosas. Estoy de acuerdo con la descripción que hacen para creer en Dios, solo les faltó una cosa: no basta sólo con creer en Dios, también hay que creerle a él.

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